jueves, 21 de octubre de 2010

¿El celular: el mundo de la comunicación instantánea, en cualquier sitio, o el mundo de las angustias?

El celular ofrecía el potencial de convertirse en un aliado pero también en una fuente de angustias que antes la gente no tenía, como lo han demostrado los hechos. Cuando el celular entró en sociedad y hasta nuestros días, se perdió parte de la privacidad al irrumpir una llamada en el momento y en los lugares más inoportunos; comenzaron a aparecer otros fenómenos del comportamiento que antes no existían. Es más, en un estudio realizado en Gran Bretaña en 2006, se encontró que para el 60% de los poseedores de celular, éste se convirtió en una fuente permanente de angustias y otros desórdenes denominados tecnopatías; en relación con esto, algunos han desarrollado síndromes de pánico a las llamadas entrantes de un celular (sobre todo si la llamada es del jefe, de la señora o de un cobrador), o si la llamada entra justo cuando el destinatario está, por ejemplo, en un lugar  non sancto,  y otros, por su parte, han desarrollado tal dependencia con el aparato que ya no pueden vivir sin él; sienten pánico si salen de su casa y se percatan que no lo llevan consigo.


Sin el celular los celuadictos se sienten como soldados sin fusil en medio de una emboscada; es un compañero inseparable para pasar el tiempo de espera o sencillamente para evitar relacionarse con otras personas en algún espacio compartido porque se les ve muy ocupados haciendo llamadas que no tienen que hacer, o llamando ficticiamente para fingir una conversación, o muy concentrados manipulando la agenda electrónica o sencillamente viendo las fotos y videos grabados o jugando los múltiples juegos que traen o las canciones que tienen almacenadas. Es, a veces, un pretexto perfecto para intentar pasar desapercibido o evitar interactuar con la gente de su entorno o, sencillamente, para mostrarse como un individuo moderno, ejecutivo, y tecnologizado.

En el año 1998 tuve la oportunidad de contar con un celular de la época, una "panela" como le llamábamos. Eran aparatos grandes, estorbosos, nada que ver con los miniaturizados de estos tiempos; pero eso sí, una verdadera novedad y sicológicamente algo impactante para quienes no lo tenían, quienes veían a los poseedores de un equipo de éstos como una especie de tecnófilos en emergencia, apoderándose del mundo. Como herramienta detrabajo era magnífica por la cuestión de la omniubicación pero, a la larga, generaba ciertas molestias cuando "cualquiera" podía localizarlo a uno, a "cualquier hora", y en "cualquier lugar". Por supuesto, uno se podía negar a contestar, pero eso era visto como descortesía y después había que ganarse la reprimenda: "Para que tenés celular si no vas a contestar o por qué lo mantenés apagado?", inconformismos que empezaban a fastidiar si se volvían recurrentes. Como el celular me lo dio la empresa con la que trabajaba (la empresa era de Bogotá y yo operaba en Medellín, lo cual lo hacía indispensable para la comunicación), una vez que me retiré de ella, me despedí, pero no con nostalgia, del celular que me acompañó durante más de un año, y el alivio que sentí al verme sin ese aparato fue realmente indescriptible. Algo sólo comparable a la santa paz que disfrutan las almas justas.




Este texto fue extraído de:


http://www.monografias.com/trabajos73/dos-ensayos-telefono-movil-celular/dos-ensayos-telefono-movil-celular2.shtml


Ing. Nelson Alberto Rúa Ceballos

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